martes, 6 de diciembre de 2011

SOCIEDADES CON APORTACIÓN DE CAPITAL EN ESPECIE O EMPRENDIDURÍA COLABORATIVA.


En circunstancias ideales las entidades financieras fían en la capacidad de los emprendedores la oportunidad de poner en marcha un nuevo negocio que genere riqueza, asegurándose el retorno de lo adelantado más un porcentaje de interés.

Actualmente, esa opción se encuentra muy mermada, dado que bancos y cajas solo conceden créditos con cuentagotas.

Debemos plantearnos pues, una opción alternativa. Asumamos los ciudadanos el riesgo y ventura de los “neonegocios”, contando con un árbitro e impulsor público, como la Sociedad de Desarrollo.

En el modelo tradicional, el pequeño empresario-emprendedor solicitaba un crédito con el que abonar el alquiler del local, el asesoramiento del abogado y/ o gestor, las primeras entregas de suministros, la publicidad inicial….y el resto de agentes económicos funcionaba sobre seguro, a precio fijo.

Si todos asumimos actuar a riesgo y ventura, como emprendedores colaboradores, a cambio de un porcentaje de las ventas o de los beneficios, variable según el tipo de negocio que se trate, habremos sustituido, en una fracción, el papel inicial de la banca, que de asumir el 100% pasaría a controlar solo el 99% de esa función. Y la ruptura de un monopolio, en términos de poder, representa mucho más que el impacto de su cuantía; pasar del 100% al 99% es más grave que del 99% al 95%.

Así, a título de ejemplo, el propietario del local lo cederá a cambio del 30% de las ventas, el asesor realizará sus gestiones por el 4%, el programador web por otro 4%, el suministrador cobrará en los 15 días siguientes a cada tramo del 25% de las ventas,…

Por parte de una Sociedad de Desarrollo se facilitarán los modelos de contrato “ad hoc”, la mediación o la certificación de una agencia mediadora (que cobraría, pej.: el 2%) y asesoramiento genérico con tutoriales y específico.

Ha de tenerse en cuenta que casi cualquier tipología de entidad mercantil, incluso las comunidades de bienes pueden adoptar este formato, de “aportación de capital en especie” (a las que podremos referirnos como SACE).

También se habilitará el muro inferior como “MURO DE LAS IDEAS” o “muro de los proyectos” en el que todos los interesados en colaborar dejarían ideas aptas para desarrollar como nuevos negocios o “neonegocios”.

Éstas pueden ser absolutamente propias y originales; y también procedentes de la adaptación de otras conocidas en otras ciudades, o de productos o servicios de multinacionales que puedan realizarse de forma distinta, adaptada a nuestro medio (por tanto sin violar la propiedad industrial), que podrían figurar en el epígrafe “Yo sé hacerlo mejor”.

En fin, se trataría de una respuesta cívica y positiva para asumir colectivamente fracciones de riesgo que no atienden las entidades financieras, a modo de un cluster vecinal por el desarrollo de la ciudad y contra el desempleo.

Al organizarse de forma compartida, no existiría riesgo de pérdida, sino sólo de “no ganancia” o de “ganancia inferior a la esperada”. Por ejemplo, el propietario del local que lleva varios meses vacío y no gana nada con él, si lo aporta a cambio del 25 o el 35% de las ventas, en la peor de las hipótesis ganará cero, nunca perderá, y en la mejor ganará bastante más que si lo hubiese alquilado a precio fijo; y de forma análoga el resto de agentes intervinientes.

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